jueves, 19 de junio de 2008

Ese ruido a frito que produce la calle los días de lluvia, solo vence en algunos momentos a la mágia del colectivo con los vidrios empañados. Un mundo que cobra entrada, y del cual nos podemos bajar en cualquier parada, donde los personajes mutan, se transforman y crecen de un viaje a otro. No es necesario hacer todo el recorrido, a veces con solo pasar por algunas paradas y noventa centavos,
para reformularnos nuevamente, tener un maletín en la mano y mil preocupaciones en el bolsillo o quizá encontrarnos en el cuerpo de una pequeña a la que le brillan los ojos, porque le gustan las botas de goma y paraguas rojos.









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martes, 3 de junio de 2008


y del otro lado del panel,
ella me miraba...

siempre lo hace, no quiere que la olvide.